sábado, 12 de diciembre de 2015

Artículo de Louise Liebenberg sobre las razas y los perros aborígenes

Louise es una ganadera de ovino y vacuno que tiene su rancho en Canadá. Ella está muy concienciada de que es necesaria y posible la coexistencia con depredadores, que allí no faltan -hay lobos, osos, pumas y coyotes- por lo que protege su ganado con perros de raza Sarplaninac (también llamados Sharplaninatz o Sarplaninec). En su blog hay artículos bastante recomendables e interesantes sobre perros de ganado. A comienzos de este año que ya finaliza, realizó un viaje a Macedonia en el que pudo conocer entre otras cosas el tipo de explotaciones ganaderas que se dan allí, el manejo del ganado, la forma de vida de los pastores, o los perros que se utilizan. Publicó una serie de cuatro entradas, de las cuales las dos últimas tratan sobre los perros (las dejo en la columna de artículos):
http://predator-friendly-ranching.blogspot.com.es/2015/02/macedonia-part-3-shepherds-dogs.html
http://predator-friendly-ranching.blogspot.com.es/2015/03/macedonia-part-4-lets-talk-breeds-and.html

Ambos son recomendables, pero en el último expone unas reflexiones interesantes que vale la pena comentar. Se trata de un tema que saco a menudo aquí desde hace tiempo, y no es otro que el de la concepción errónea que se tiene actualmente sobre las razas, especialmente por parte de cinólogos y gente del mundillo canino (jueces, criadores, aficionados), y lo poco que tiene que ver con la realidad de los auténticos perros guardianes de ganado.

Louise comenta que, como ya sabemos, las razas y sus consiguientes registros caninos son un concepto relativamente nuevo, mientras que muchas de las castas de perros de ganado llevan miles de años existiendo en una determinada región sin necesidad de registros y sin necesidad siquiera de un nombre para definir la raza.
Con el surgimiento de los registros y de la organización de las razas, éstas fueron clasificadas por grupos; dicha clasificación no siempre es acertada, opina. Aprovecho para comentar la ignorancia de los cinólogos de la FCI al incluir algunas razas guardianas de ganado como el Tatra, el Komondor, el Kuvasz, el Maremmano-Abruzzese, el Cuvac, el Carpatin, el Mioritic y el Ovtcharka de Rusia Meridional en el grupo I junto con las razas de perros pastores.
A cada raza se le asignó un país o territorio de origen determinado, territorios que se modifican cuando el mapa político se transforma, como es lógico.

Con la aparición de los clubes de raza se empezaron a establecer estándares, que desde siempre se han centrado más en el aspecto del perro que en su función, y tan pronto como una raza es definida por una determinada apariencia o aspecto, muchas tipologías, variantes y rasgos particulares son excluidos. Un buen perro de trabajo quizás tenga una capa "inapropiada", o "demasiada proporción de blanco", por lo cual no cumplirá con el estándar. Esto conduce a una reducción del pool genético y a la pérdida de diversidad.
Rara vez un club canino se centra exclusivamente en las cualidades del perro para el trabajo; quizás la International Sheep Dog Society (Sociedad Internacional de Perros de Pastoreo) fue uno de los primeros en registrar ejemplares destacando sus aptitudes para trabajar en vez de su color o la longitud de su pelaje.

A menudo, la declaración de raza nacional responde a cuestiones políticas, más que a la realidad de los propios perros. Asignar perros a países, cuyas fronteras son cambiantes, es más una decisión política que cinológica. Los pastores no denominan necesariamente a sus perros como Sharplaninatz, o como pastor de Anatolia; simplemente se refieren a ellos como perros de ganado, genéricos perros de ganado que se encuentran a lo largo de los territorios, sin que les afecten las fronteras o las decisiones que tomen los cinólogos.
Comenta Louise que la mayoría de los pastores que conocieron en Macedonia nunca utilizarían el término Sarplaninec, pues para ellos no se ajusta a la descripción de sus perros. Los pastores con los que hablaron no creen en la raza Sarplaninec; opinan que es una creación dirigida a las exposiciones caninas, y no sólo eso; también piensan que la elección del nombre fue una decisión política. La cadena montañosa Sar Planina es sólo una de las muchas áreas de montaña que hay en la antigua Yugoslavia. Los perros que se pueden encontrar en ella no son en absoluto únicos o diferentes de los que se encuentran en cualquier otra formación montañosa tanto de Macedonia, como de Serbia o incluso de Albania.

De todos los perros que vieron en Macedonia se puede detectar una gran variedad de tipos, tipos que podrían describirse como Kangal, Carpatin, o incluso Bucovina, además de varias tipologías de Sarplaninec. Conocer un poco la historia de esta región puede hacernos comprender el hecho de que los perros guardianes de ganado en su conjunto forman parte de un gran grupo, más que compartimentos estancos o razas individuales.

La actual Macedonia ha sido siempre encrucijada de grandes rutas comerciales; si se sigue a lo largo de la historia el trazado de las rutas de la trashumancia y el pastoreo, y de las rutas comerciales, uno puede ver cómo estos movimientos pudieron influir en las poblaciones caninas. Las fronteras son siempre cambiantes, los países son invadidos, y las influencias que dejan estas invasiones aún se dejan ver en la cultura de los países actuales. Esta región fue ocupada por los otomanos, y hoy día esta influencia se nota en la cultura cotidiana. Al parecer, durante el imperio otomano, en lo que hoy es Macedonia existía una gran cabaña ganadera, un ganado que se desplazaría desde estas tierras hasta la península de Anatolia (Turquía) para pastar en sus llanuras y estepas, y del que se abastecía el imperio otomano. Por ello es lógico pensar que hubo intercambio genético entre los perros de ambas zonas.

Por otra parte, Bulgaria hace frontera con Macedonia, por lo que es igualmente lógico pensar que los perros que entonces habría en la actual Bulgaria se mezclaron y cruzaron con los que llegaron de Turquía.
Albania limita también con Macedonia, y de hecho se cuentan historias de pastores reptando bajo la valla fronteriza de alambre de espino para cruzar a sus perros con los del lado albanés.
La idea de que las poblaciones de perros ganaderos están completamente aisladas y sólo se encuentran en una zona concreta es errónea. Los perros guardianes de ganado constituyen en sí una "raza genérica", en vez de varias razas aisladas de la influencia de otras castas caninas. Aquellos perros a los que hoy se da en llamar aborígenes, aquellos que recogen toda la diversidad existente, desaparecen o son ninguneados ante la mayor popularidad de las razas oficiales.

Así pues, en Macedonia hay perros que pueden parecer Kangal, Carpatin, Karakachan o Sarplaninac, y que cumplirían con los respectivos estándares de estas razas. Se pueden ver perros de pelo largo, de pelo corto, de capas pías, etc., y sólo porque muestren una gran variedad de tipologías y aspectos no significa que sean mestizos o "chuchos". Muchos de estos perros proceden de conocidos linajes, ninguno de ellos está registrado. El registro de estos linajes se encuentra en la memoria de los pastores que los crían.

Por desgracia, también ha habido mucho bastardeo y mestizaje, y así, hoy día es difícil encontrar "aborígenes puros". Allí se ha cruzado con todo; algunos de estos cruces se han realizado para peleas de perros. En cualquier lugar puedes encontrar ejemplares cruzados con Cáucaso, Asia Central y otras razas.
Louise estuvo con algunas personas que creen en la necesidad de proteger a estos perros de ganado aborígenes, que quieren preservarlos en todas sus formas y tipos. Ella comenta que no comprendió del todo los motivos que hay para ello, pues piensa que siempre y cuando haya ganado que guardar de los depredadores, serán necesarios los perros de trabajo. Piensa que la idea de preservarlos es fantástica, pero que siempre hay disparidad de criterios, y que es difícil llegar a un consenso o ir en una misma dirección a la hora de crear un grupo o asociación. Además opina que se podría caer en el mismo error que cometen los clubs de raza, que el perro aborigen podría derivar en una nueva raza, dado que es así como surgieron las que hoy existen a nivel oficial.

En su viaje, Louise advirtió que había personas que daban a ciertos rasgos fenotípicos carácter de antigüedad, de arcaicismo: rasgos como el doble espolón o las cabezas y ojos de aspecto lupoide. Ella no está de acuerdo y piensa que es una mera cuestión de selección. Cree en la selección y en las razas a pesar de todo lo dicho anteriormente, y piensa que seleccionando a través de generaciones se pueden fijar unas determinadas aptitudes para el trabajo y una determinada apariencia externa, en definitiva se puede fijar una raza, pero piensa que el aspecto no debe ser el criterio principal y que debe ir encaminado a la funcionalidad. No le importa demasiado la capa o determinada longitud de pelaje, sino que se fija en la calidad del pelo, en un tamaño funcional, en un cuerpo bien proporcionado, en unas correctas angulaciones, y sobre todo en unas aptitudes para el trabajo.
Concluye afirmando que hay buenos y malos criadores de perros de pura raza, y que lo mismo se puede decir de los perros guardianes de ganado aborígenes.






miércoles, 17 de junio de 2015

Reportaje sobre perros turcos; un punto de vista revelador

En la web "Anatolian Shepherd Dogs International, Inc." se encuentran interesantes artículos sobre perros guardianes de ganado turcos (entre otras estirpes caninas de ese país), entre ellos uno publicado por Guvener Isik que tengo colgado en el listado del blog, y que trata sobre las tipologías de perros Yoruk y Kangal. Recientemente, este mismo autor ha publicado un reportaje que a mí me parece revelador en ciertos aspectos, y más que por el contenido en si, por las reflexiones que hace y las conclusiones a las que llega. El reportaje se basa en un viaje que realizó a una remota región turca llamada Agri, la cual describe con bastante detalle.

Situada en la parte meridional del sistema orográfico del Cáucaso (entendiendo como tal todo el conjunto montañoso, desde el Norte de Irán hasta la Federación Rusa), por estos lares se encuentra el monte Ararat (5.137 m.), además de otras muchas elevaciones que alcanzan los 3.000 metros. El carácter estepario de estas tierras no permite usos agrícolas, siendo los pastos el único aprovechamiento que ofrece.  Al contrario de lo que estamos acostumbrados a ver en países occidentales, son espacios abiertos vírgenes, sin vallas o cercas que pongan coto, aprisionen y resten libertad. El clima local es extremo, con temperaturas bajísimas en invierno y altas en verano. El autor comenta que todo allí está determinado o influido por este clima caucásico meridional, incluso las abejas, que son las autóctonas del Cáucaso y tienen una lengua más larga para poder alcanzar el polen de determinadas plantas, además de estar más adaptadas al frío.
El ganado ovino abunda allí. En Agri al parecer existen pueblos donde no se ven vehículos a motor, en ellos el medio de locomoción es el caballo, por lo que este animal es tan vital para sus habitantes como las ovejas.

En verano los rebaños suben a más de 2.900 metros en la cara Sur de los montes, donde se mantienen los neveros y se encuentra el pasto más fresco. Los perros se utilizan aquí para guardar las ovejas de los lobos -pues los osos rara vez las atacan-, pero en otros lugares de la región también guardan ganado vacuno. Las ovejas son de la variedad Morkaraman, y tienen un rabo grueso en el que almacenan grasa que les permite sobrevivir en tiempos de sequía.

Sobre los perros, el autor comenta que una gran mayoría son de pelo largo. Tanto las capas como las morfologías (en cuanto a dimensiones y estructuras corporales, cuellos, hocicos) son diversas, aunque sí menciona como rasgos más destacados las patas y huesos anchos, los troncos amplios y los pelajes densos. El grosor o la anchura se percibe así como una protección ante el frío extremo. La mayoría de los perros tienen una estructura corporal cuadrada. Así mismo, Isik afirma no haber visto ni un perro con los andares pesados propios de los perros de criadero. Apunta también que el pelaje no es lo único que hace a los perros resistentes al frío, sino además una determinada estructura y rasgos: carecen de labios colgantes, tienen hocicos más cortos, troncos más gruesos, cabezas más redondas, orejas y ojos más pequeños, colas espesas, cuellos gruesos con piel desprendida, y un pelo muy denso y largo alrededor de cuello y hombros. Los perros de pelo más corto tienen un pelaje tan denso que no deja ver la piel. Cuando leí esta descripción que da Isik, ha sido como si describiera a los mastines de aquí; incluso esa gorguera de pelo algo más largo que muchas veces distingo en los mastines de campo, también la menciona, y resulta que son todo adaptaciones al frío. Hay que entender que el autor está comparando estos canes con tipologías de aspecto más lupoide y de pelaje más liviano.

Isik compara cómo allí toda ayuda humana para el animal supone un factor de debilidad, en contraposición a la actitud que se tiene en Occidente con respecto a los canes. En nuestro mundo moderno, el ser humano antropocéntrico disfruta amparando y haciendo dependientes a los perros para sentirse bien consigo mismo, sin darse cuenta de que los infantiliza.
Estos perros tienen su propio aislamiento térmico natural, si no, no serían del Cáucaso. Uno de los factores que motiva la aparición de estos pelajes es que allí se ata a los perros en invierno. Un animal suelto puede encontrar refugio, mientras que un perro atado en un lugar donde no hay resguardo debe disponer de mejor aislamiento térmico que los lobos.

Las alzadas medias de estos perros son de 70-75 cm. para los machos y de 65-70 cm. para las hembras, siendo éstos los tamaños habituales en el lobo aunque al parecer se han abatido algunos ejemplares mucho más grandes. Según él, estas medidas son también extensibles a perros de otras regiones de Anatolia criados por ganaderos de ovino y caprino.
Según Isik, había algunos típicos "Cáucasos" entre los canes de la región, pero se pregunta ¿qué es un "Cáucaso" típico? como la mayoría de ellos eran de origen local y muy pocos procedían de Anatolia central, considera que podría ser un subtipo de "Cáucaso". Algunos se parecen a los antiguos perros de pelo largo de la región del Egeo, mientras que otros podrían ser descritos como típicos perros de Sivas, pero sobre todo no se trata de una población homogénea, no son los mismos perros. El autor piensa que tratándose de razas naturales, aborígenes, no es posible hacer distinciones cuantitativas, exactas. Uno no puede establecer unas medidas precisas, pero puede dar un intervalo de baremos. Tampoco los análisis de ADN servirían de mucho aquí; serían irrelevantes e intrusivos. Tanto las variaciones genéticas en la actualidad, como los diversos influjos debidos a las migraciones a lo largo de la historia, son parte de la caótica dinámica poblacional de las razas naturales.

Continúa el autor comentando el error que supone clasificar a los perros por sus capas -como suele hacerse según los cánones de la FCI-, y concluye que "si un perro de ganado puede vivir y trabajar en las condiciones de vida tradicionales sin recibir asistencia o amparo de su dueño, y en un clima y una geografía propios del Cáucaso, se trata de un Cáucaso. Pertenece a la tierra, merece ese título. Los que fallen en estas condiciones no son Cáucasos, no importa su árbol genealógico, su cuerpo o su tipo de pelo. La misma tesis es aplicable para un Yoruk o un perro de Anatolia central."
Comenta también al respecto: "¿sólo porque tenga plumaje, un ave es un ave aunque no pueda volar? Dedicar tiempo y atención a los deteriorados miembros de una población no es más que dar pasos atrás."

Isik afirma que en esencia y a grandes rasgos, los perros de Anatolia pueden clasificarse como Akkarraman o Morkaraman -dos variedades ovinas del país-, pues están vinculados a las ovejas, no pueden entenderse al margen del ganado.

Centrando de nuevo la atención en los perro de Agri, dice que son más agresivos y menos afables que los de otras regiones como Sivas -esto llama la atención a un profano como yo por la fama internacional que han cogido los Kangal como perros duros y bravos de temperamento-. Son reservados y precavidos. Dice también no haber visto ni un perro enfermo, y que se mantienen en buena forma a pesar de no recibir chequeos veterinarios como ocurre en Occidente, simplemente porque "viven en el medio correcto, son alimentados de forma tradicional, trabajan, y no se les tortura a base de intervenciones humanas". Esto funciona así sin necesidad de normas ni formulaciones.
Los perros están frecuentemente en el exterior también en invierno, puesto que se saca a las ovejas de vez en cuando para que se muevan y respiren aire fresco, además el perro que está en el exterior siempre ofrece una mejor protección que aquél que está siempre entre las ovejas, afirma. "No sufren de alergias o gripe; el suelo en el que duermen y el aire que respiran les vacuna".

A veces no es posible dar de comer a los perros en dos o tres días; esto ocurre cuando el rebaño se pierde al haber niebla o lluvia intensa, por ejemplo. Comenta que los perros de pelo largo aguantan mejor en estas condiciones de ausencia de alimento, y también ante el frío y la humedad.

"Los rebaños sufren bajas por los lobos especialmente durante el pastoreo, pero esto no preocupa mucho a los ganaderos al ser escasas. Allí no hay odio hacia el lobo. Ninguna pérdida importante es achacable a la ineficacia de los perros". Normalmente tres canes suelen custodiar rebaños de unas 200 ovejas.
"Los lobos comen perros, pero cuando los perros matan lobos, se los comen a su vez. La gente no acude a la Administración como niños desamparados quejándose al profesor cuando los lobos se han comido a sus perros. Los ganaderos de Agri tratan de mejorar sus perros y sus propias técnicas de pastoreo". Sin embargo, en los países "avanzados" lo que se premia es la vulnerabilidad, dice. "Al ofrecer ayuda, se penaliza la fortaleza y el orgullo y se alaba la debilidad. Los perros entonces se vuelven elementos decorativos folklóricos en las explotaciones, y sus dueños no pueden hablar sobre asuntos reales dado que éstos son ficción para ellos, así que inventan otros asuntos que tratar."

Como conclusión a su artículo, el autor expone que aunque desea conocer a fondo a estos perros, cualquier acercamiento, aunque sea para recabar información, es una intromisión. "Los Cáucasos de Agri estaban en su tierra ancestral y en ausencia de gente que tratara de mejorarlos. Para aquellos pastores no era difícil considerar a los perros como lo que son, perros, sin interferir, y permitiéndoles brillar."

Nada más que añadir por mi parte, simplemente decir que me parece un artículo brillante que invita a reflexionar sobre varios asuntos concernientes al mundo del mastín en particular y al mundo canino en general también. Dejo el enlace en el listado de artículos de interés, ésta es la dirección URL: http://www.anatoliandog.org/isik-010.htm

miércoles, 25 de febrero de 2015

Historia reciente de la raza: la realidad al descubierto

Hay en la web de la AEPME -sitio que no acostumbro a visitar, como comprenderán los que me conocen, pero que a veces, como en este caso, guarda alguna sorpresa interesante-, un artículo en formato pdf de Carlos Salas Melero (personaje ilustre en el mundillo de la raza oficial) titulado "El Mastín Español. En Busca del Siglo Perdido" (se puede descargar aquí: http://www.aepme.org/joomla/index.php/articulos-sobre-la-raza/342-carlos-salas-melero-el-mastin-espanol-en-busca-del-siglo-perdido). El artículo es bastante esclarecedor sobre la historia reciente de la raza, y bastante esclarecedor también sobre el punto de vista de esta gente del ámbito de la cinofilia oficial.

Analizando el artículo desde un principio, queda claro que el objetivo era convertir al mastín en una casta canina homogénea con un único morfotipo, un único tipo de pelo y hasta una única capa -como dice el autor, "una afinidad en la piel, pelo y color"-, cuyos ejemplares estuvieran todos relacionados genéticamente entre sí; es decir, equipararlo a las razas que fueron creadas o unificadas a lo largo del siglo XIX y principios del XX, entre las que se encuentran las más populares actualmente. Había que modernizarlo, estandarizar la población mastinera para que dejara de ser una agrupación racial diversa genotípica y fenotípicamente y se pudiera considerar una raza propiamente dicha. Pienso que a estos personajes de la cinofilia no les habría ido mal echar un vistazo a la ponencia de V. Beregovoy: http://elmastindecampo.blogspot.com.es/2014/03/nuevo-articulo-el-concepto-de-raza.html.

Me llaman la atención algunas ideas que el autor deja entrever, como la concepción de las capas pías o pintas como algo negativo -cuando habla sobre las primeras inscripciones en el Libro de Orígenes-. Tambien la obsesión por el tamaño y la vistosidad en el mastín, con alusiones como "mini-mastín", "pequeños perros", o cuando habla de ciertos canes de gran envergadura, especialmente bellos y espectaculares, llamados a ser "los verdaderos y más cualificados representantes de las huestes mastineras", a pesar de afirmar unas líneas antes que ese tipo de perro comenzó a verse en gran número a partir de cierta época, siendo de mayor envergadura que los constatados hasta entonces. Y digo yo, si hasta entonces no existían o no eran tan numerosos, no podrían ser los más dignos representantes de la raza.
Otra frase reveladora a mi entender es aquella en la que el autor dice que, apoyándose en el material fotográfico de la primera mitad del siglo XX, no encuentra ningún ejemplar al que "sin reservas se le pudiese conceder el RRC (Registro de Razas Caninas) en el momento actual". A mí me parece que por ejemplo Machaco, el primer mastín inscrito en el LOE, cuya foto aparece en el artículo, era un digno representante de la raza.

Llaman la atención también algunos piés de foto como aquel que alude a una "línea de perros de gran altura, costilla plana y piel no desprendida que mantiene sus caracteres muy firmemente", plasmada con sendas fotos de dos mastines, uno de los años 50 y otro de los 80. Tipologías como ésta han sido despreciadas y denostadas por parte de gente del ámbito oficial, gente implicada en la formación del moderno Mastín Español y aficionados tambien, se les ha llamado menostines, perrigalgos, apodencados, mestizos, etc.

Lo más jugoso del artículo en mi opinión se encuentra en la última página, en el último apartado denominado "El Mastín Español y la Tipicidad". El apartado entero es como para destacarlo en negrita, por el descaro que muestra al reconocer -como nosotros venimos tiempo diciendo y mostrando en los blogs- que los mastines de diversos países euroasiáticos tienen cierta similitud, pero que para ser considerados razas deben plantear unos rasgos propios que los diferencien de otras "patentes" afines, dicho en estos mismos términos. Estos rasgos habría que "tratar de fijarlos en la población general". El objetivo sería que el mastín tuviera "proyección y consideración tanto a nivel nacional como internacional".
 Afirma el autor que establecer unos "criterios restrictivos y precisos de selección" es lo que hace posible "la existencia de multitud de razas, muchas de ellas muy parecidas entre sí". Digo yo, ¿no sería mejor ser coherentes con la realidad, admitir que este concepto de raza canina que se tiene actualmente es erróneo, mostrar cómo son realmente las poblaciones caninas y tratar de conservarlas o mejorarlas pero respetando su diversidad, en vez de transformarlas o tratar de diferenciarlas de otras para intentar conseguir un reconocimiento fatuo, que seguramente responda a egos nacionalistas o patriotismos absurdos, para pasar por el aro de las normas carentes de sentido de la Federación Cinológica Internacional?